En la UE el 21% de la población está en riesgo de pobreza o exclusión social (Eurostat, 2019). Estas personas desfavorecidas en Europa forman parte de diferentes cohortes que incluyen: Personas que sufren problemas de salud mental: El 7 % de la población de la UE sufre depresión crónica de la que se ven especialmente afectadas las mujeres (Eurostat, 2014), Personas mayores: Más del 20 % de las personas mayores de 65 años en Europa, Antiguos consumidores de drogas o alcohol, Personas con discapacidad, Personas que abandonan prematuramente los estudios,Inmigrantes y refugiados.

En muchos casos, la marginación es interseccional, algunos de los grupos mencionados experimentan una mayor discriminación y falta de oportunidades debido a aspectos adicionales relacionados con el género, la raza, la etnia y la procedencia de determinados entornos socioeconómicos. La pandemia de COVID-19 ha acentuado estos problemas de aislamiento social y exclusión y también ha afectado a la salud mental de una parte de la población que antes no se veía afectada.

Avanzar presenta la oportunidad y la necesidad de construir redes sociales sólidas en las que nadie se quede atrás. Para volver a construir una Europa mejor, una Europa de solidaridad y cuidados, será necesario integrar y apoyar mejor a los grupos de la sociedad antes desatendidos. El futuro también nos depara retos relacionados con el cambio climático, la sostenibilidad medioambiental y la seguridad alimentaria, como se señala en el Pacto Verde Europeo, la Estrategia de Biodiversidad 2030 y la Estrategia “de la granja al tenedor”. Estos retos deben afrontarse no solo con avances tecnológicos, sino también con soluciones lentas y accesibles a pequeña escala, centradas en las personas e impulsadas por ellas.

Un enfoque holístico para regenerar ecosistemas y comunidades, en línea con los objetivos fijados por la UE a través de sus políticas, es el de la permacultura y, más concretamente, la permacultura social. El concepto de permacultura encarna la sostenibilidad a través del trabajo con la naturaleza y la construcción de comunidades resilientes. Su ética puede simplificarse en tres aspectos principales: Cuidado de la Tierra, Cuidado de las Personas, Reparto Justo.

Trabajar en grupo, planificar juntos, crear jardines, espacios comunitarios o estructuras construidas (por ejemplo, una unidad de captación de agua, una pila de compost, un retrete de compost, un pequeño estanque, un contenedor de lombricultura, etc.), ver crecer las plantas y los alimentos, organizar eventos comunitarios, centrarse en cuestiones de gobernanza local, salud y bienestar, estar al aire libre como una comunidad: todos estos son ejercicios que tienen abundantes beneficios para el bienestar mental de los participantes, además de proporcionar habilidades para la vida en los aspectos de planificación, codiseño y ejecución de un plan comunitario. La permacultura ofrece un marco holístico y complejo, aunque sencillo y pragmático, que puede aplicarse básicamente en cualquier lugar de entornos sociales y naturales.

A pesar de todas estas ventajas, los trabajadores sociales/educadores/formadores y las personas que trabajan con adultos desfavorecidos no tienen necesariamente las habilidades necesarias para ejecutar tales actividades y construir jardines de permacultura autosostenibles, estructuras sociales o materiales con los adultos vulnerables a los que atienden. Este material didáctico pretende cubrir este vacío de conocimientos y basarse en el trabajo de los proyectos existentes para crear una formación en permacultura social para las personas que trabajan con adultos vulnerables, así como para que los adultos vulnerables aumenten sus conocimientos y competencias para poder utilizar las herramientas de la permacultura social y la terapia de la naturaleza para mejorar el bienestar y la resiliencia social.